Familia Marianista La Familia Marianista fundada por el beato Guillermo José Chaminade y la venerable Adela de Batz de Trenquelleon, en el s. XIX, agrupa religiosos, religiosas y laicos católicos que quieren vivir como misoneros de María en medio de nuestro mundo. Origen El 8 de diciembre de 1800, día de la Inmaculada, en Burdeos, Francia, el P. Guillermo José Chaminade, después de la celebración de la Eucaristía, hace la propuesta a dos jóvenes de invitar a otros para vivir la fe cristiana, como misioneros de María. El 2 de febrero de 1801 son doce los que inician nueva vida laica como misioneros, que quierne vivir el evangelio con todo el rigor de la letra y del espíritu, mezclados entre los hombres y mujeres, ejerciendo diferentes profesiones, como levadura en la masa. Forman la "Congregación de la Inmaculada". Es el nacimiento de las actuales Comunidades Laicas Marianistas. El desarrollo de la Congregación de la Inmaculada fue espectacular. En 1803 eran 300. En el verano de 1804 la joven Adela de Batz de Trenquelleon, futura fundadora de las religiosas marianistas, crea en Agen, con el nombre de "Pequeña sociedad" una asociación de jóvenes muy parecida a la del beato Chaminade. En 1808 se unirán a la Congregación de Burdeos. Desde su inicio estas comunidades cristianas tienen una originalidad, pues proponen una nueva manera de evangelizar Francia, tras el periodo revolucionario: son misioneros abiertos a las necesidades que surjan en la sociedad, renovando con fidelidad creativa la misión de la Iglesia, llenos audacia y lucidez. Entre sus miembros los hay de todas las clases sociales. Se consideran instrumento de la acción de María en el mundo; les anima un gran espíritu de familia vivido en pequeñas comunidades, desde las que tratan de “contagiar” el espíritu cristiano a sus contemporáneos. De la Congregación de la Inmaculada nacerán dos congregaciones religiosas: en 1816 el Instituto de Hijas de María Inmaculada (FMI) , religiosas marianistas, y en 1817 la Compañía de María (SM) , religiosos marianistas. El carisma marianista, don de Dios a su Iglesia, recibió un impulso especial con la beatificación del P. Chaminade, en el año jubilar del 2000.}






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